martes, 2 de septiembre de 2014

¿Carpe diem o deperdi diem?




Durante un tiempo estuve “enfadado” con El club de los poetas muertos. Fue una película de culto para mi generación, es cierto, pero pasados los años tuve la sensación de que había envejecido peor que las letras de Mecano. En realidad, creo que el motivo de que rechazara la historia del profesor Keating es otra,  estaba cansado de ver borrachos gritando Carpe Diem mientras sostienen un vaso en una playa de Ibiza o en la discoteca de un polígono de Parla. Si creyera en la inmortalidad del alma, cada vez que en la casa de Gran Hermano entra un musculoso joven con esas palabras tatuadas en las corvas o entre las crestas ilíacas, me imaginaría que en algún lugar del infierno, Horacio llora en el hombro de George Orwell mientras Walt Whitman baila desnudo mesándose las barbas.

En su oda (Carpe Diem quam minimum credula postero  - Aprovecha el momento, incierto es el mañana) el poeta romano transmite una idea que, desde mi punto de vista, está marcada por la influencia griega en la cultura romana de los primeros siglos de nuestra era. La fijación helena por la belleza y lo efímero de ésta, se plasma en su arte, su literatura y su mitología. Obsesión por la belleza, por el momento presente, pero dejando alguna representación de estos para el futuro. Ese concepto desapareció de la cultura occidental durante cientos de años, se vio oscurecido poco a poco a partir del siglo III para reaparecer en el Renacimiento y en nuestros días, ha llegado de una manera exagerada.

El futuro es incierto, pero es. La inmensa mayoría de la humanidad despertará mañana y disfrutará de pequeñas cosas cotidianas, sufrirá con sus inquietudes y luchará contra sus miedos. Si no hubiera mañana, ¿para qué cuidar los bosques? Al fin y al cabo nuestros hijos no necesitarán oxigeno que respirar. ¿Por qué no llenar el mar de basura? Mañana no habrá marea que lo traiga hasta la playa…

Dudo mucho que el viejo Walt Whitman, que se vanagloriaba de no haber tomado nunca licores fuertes, estaría de acuerdo con el significado que muchos le dan a sus palabras.

Gather ye rosebuds while ye may,
Old Time is still a-flying:
And this same flower that smiles today
Tomorrow will be dying.


Coged las rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta

¿Acaso crecen las rosas sin esfuerzo? Para recogerlas antes las hemos cultivado, las recogemos con cuidado y no destrozamos el rosal porque no pensamos en no coger nunca más flores de él. Vivir el presente, sí, pero un presente consecuencia del ayer y que cuidamos para seguir disfrutando mañana de momentos como el de ahora. Podemos arrancar flores silvestres y destrozar sus raíces al hacerlo, pero así, seguro que el mañana es incierto. También podemos fijarnos grandes objetivos, quizás los más nobles y generosos, pero si solo miramos hacia el frente nos perdemos todas las cosas que nos rodean, los pequeños momentos de los que se compone la vida. Darse cuenta de esto demasiado tarde, es doloroso.

Hoy día toda opinión vale lo mismo que los segundos en los que deja de ser trending topic, somos nosotros con esa actitud exageradamente hedonista los que contribuimos a la inseguridad de lo que vendrá. Decía Aristóteles que el día sobre el que no se reflexiona no merece haberse vivido. Vivir el momento, disfrutar de él, no tiene por qué llevar implícita una actitud inconsciente e irresponsable. Se puede disfrutar siendo consciente de donde viene y las consecuencias de lo que hacemos, pero si nos centramos demasiado en estos dos aspectos, dejaremos de complacernos con el momento presente.

De nuevo, la dificultad del equilibrio.

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